Tiro. Me
subo a la bici. Pedaleo. Vuelvo. Me lavo la cabeza y los pies. Te lavo el
calzón. Me toco. Me mojo. Hablo sola. Reviso los libros. Planeo. La parte baja.
Subo al entrepiso. Bajo. Me curo la ampolla. Me corto los dedos para que no me estallen las
venas. Te gusta mirar. Toda esa luz en la cabeza. El fastidioso dolor del
pensamiento. Puedo meterme el tender los borradores y la bicicleta todo en la
boca. La lámpara redonda y la maceta. Los tres tomos de Tolstoi, la silla y el
vaso de cerveza en la concha. El tacho lleno de basura, el ombligo y el mentol
para los bichos. Puedo tirar bien fuerte del ganglio del cuello y destripármelo
del cuerpo para metérmelo en la boca y en la concha. Y cocerlas. Y al mismo
tiempo ganarte al ajedrez. Puedo meterme todos los diarios y los muertos en la
boca. Y hacerte la cena y pintarme los labios y ponerme un vestido ajustado y
corto. Y comerte.
jueves, 23 de febrero de 2012
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