jueves, 23 de febrero de 2012


Tiro. Me subo a la bici. Pedaleo. Vuelvo. Me lavo la cabeza y los pies. Te lavo el calzón. Me toco. Me mojo. Hablo sola. Reviso los libros. Planeo. La parte baja. Subo al entrepiso. Bajo. Me curo la ampolla.  Me corto los dedos para que no me estallen las venas. Te gusta mirar. Toda esa luz en la cabeza. El fastidioso dolor del pensamiento. Puedo meterme el tender los borradores y la bicicleta todo en la boca. La lámpara redonda y la maceta. Los tres tomos de Tolstoi, la silla y el vaso de cerveza en la concha. El tacho lleno de basura, el ombligo y el mentol para los bichos. Puedo tirar bien fuerte del ganglio del cuello y destripármelo del cuerpo para metérmelo en la boca y en la concha. Y cocerlas. Y al mismo tiempo ganarte al ajedrez. Puedo meterme todos los diarios y los muertos en la boca. Y hacerte la cena y pintarme los labios y ponerme un vestido ajustado y corto. Y comerte.

1 comentario: