En una calle al anochecer en la puerta de un
bar, con dos o tres personas conocidas, tomando vino en la puerta del bar. En
eso sale un tal Leandro que es amigo de todas y muy dulce y muy hermosos y coge
con todas y con todas está todo bien y nos abrazamos y lo invito a dormir a
casa y él me dice que sí pero sigue trabajando. Hay dando vueltas un nene de
unos dos años que habla muy bien, como un adulto y es muy inteligente. Nos
quedamos solos, en la puerta del bar, el nene y yo. Son las tres de la mañana me dice que Patricia Coronel murió. Lo sé pero no puedo evitar
poner cara de asombro. Le digo que hace un tiempo le llevé a su casa la lámpara
de sal porque es buena para la energía. Y los dos estamos de acuerdo con que
ella vivió una vida sabia y se fue en paz. Una persona muy espiritual. Ahí él
me dice que a través de la lámpara de sal Patricia le habló y le dijo cosas
lindas pero que ya era hora de que me la lleve porque ella había muerto. Digo
que sí pero no recuerdo de quién es la lámpara. Me cuenta que también murió
Graciela la mamá de Karina y eso sí que no lo puedo creer. El nene se va y
viene una amiga que también coge con Leandro. Le cuento que íbamos a dormir
juntos pero siguen siendo las tres y él no aparece. Pensamos que se fue a
su casa porque me vio cuidando a un nene. Llego a lo que sería mi casa pero que
en realidad es una pieza al lado de otro bar. Y desde la oscuridad de la
habitación un hombre joven me dice que es amigo de Leandro y que lo mandó él.
Se llama Lisandro y no llego a verlo bien pero se nota que es un morocho alto y
lindo. Sonríe y me da aprobar con dos de sus dedos, uno con chocolate y otro con roquefort. Se queda a pasar la
noche. Después le pido consejo a alguien
sobre qué hacer con el nene de dos años que está sólo y además habla con los
muertos. Para eso voy a un templo budista o arecrishna o algo así. En el suelo
hay baldosas con círculos de colores y se escucha una música y hay muchos
bancos de madera a los costados. Es de día. Parece un lugar luminoso y de
confianza. Hablo con un señor que me dice que tengo que abrazar al nene y
sentir con el pecho que le doy amor y hacerlo dormir porque lo que a él le pasa
no es bueno y puede ser peligroso. Otra vez se hace de noche y estamos todos en
la puerta del bar y viene el nene y están Leandro y Lisandro y alguna amiga y
tomamos un poco de vino y ellos vuelven a trabajar. Le digo al nene que quiero
hacerle upa y mimos. Él primero se resiste pero después afloja y le doy amor
con el pecho y casi que se duerme pero no. Y algo malo empieza a pasar. El nene
sale corriendo y se va y se transforma en un gato negro endiablado que da
miedo. Voy a ver a Leandro y le sale sangre de la nariz y no se siente bien. Voy a ver a Julián y está preparando una mesa
rectangular y grande en la que prende velas negras y va a leer “o novo
testamento”. Yo quiero abrazarlo y darle amor pero
no funciona, me da un poco de miedo. A Leandro
lo internan en La Plata. Todo se pone raro y el nene que se convirtió en gato
no aparece por ningún lado. Julián está convencido de lo que dice y ya no se
ríe nunca. Le digo que vayamos juntos al templo al que fui a pedir consejo así
conoce al hombre con el que hablé. Vamos juntos pero cuando entramos las
baldosas se empiezan a mover y el tipo del templo cuando lo ve a Juli
pone cara de pánico y dice que algo no está bien y los ojos de Julián se ponen
bastante rojos y duros. Nos vamos. Vuelvo sola al templo y el tipo me dice que
tengo que matar al gato negro y ver que hago con Julián porque le está pasando
no se qué cosa muy poderosa y tremenda. Paso por el bar a ver a Lisandro y le
sale sangre de la nariz. Voy a ver a
Julián y me dice que está angustiado porque no está haciendo lo que quiere.
Está tirado en la cama y hay alguien más pero no lo veo. Yo lo abrazo y le digo
que lo amo y que quiero estar con él y trato de hacer lo del pecho y el amor
pero no funciona. Él dice que no quiere estar conmigo, eso le pasa. Y lo miro a
los ojos y me da miedo. Me voy, mato al gato negro y lo tiro en un tacho de
basura mientras camino por un barrio que no conozco. El gato tarda en morirse
así que le estujo el cuello varias veces y lo dejo hecho un bollo con sangre y
los ojos salidos, ahí me doy cuenta de que era Gardel. Después estamos en el
mar, Julián, Grisel y yo. La arena es la más blanca que vi en la vida y el agua
es hermosa. Nos metemos y salimos porque hace frio. Entre la orilla y la calle
hay piedras hermosas de diferentes colores y formas y como si fueran caracoles
pero piedras preciosas en formas de animales. Yo agarro varias y me las guardo.
Le muestro a Julián y se burla de mí porque le perece poca cosa. Vuelvo a casa
y estoy sola. Me llaman por teléfono
para decirme que Lisandro también está internado en La plata. Algo grave está
pasando y tiene que ver con Julián. Viene Grisel pero que en realidad es Ana
con el pelo carré y rubia y le queda bárbaro. Asustada me dice lo de
Lisandro y que a ella ésta mañana le
salió sangre de la nariz también. Está preocupada y nota que algo le pasa a
Julián. Casi no nos hace falta hablar. Yo miro por debajo de la puerta que da
al pasillo y veo la sombra de sus pies del otro lado. Le pongo el dedo índice a
Grisel sobre la boca para que no hable porque estábamos planeando salir de
ahí e ir para La Plata porque es
peligroso y ahora que llegó él no sabemos cómo hacer y se abre la ventanita de
la puerta y lo vemos mirando para el costado, sin entrar a la casa, por la
ventana de madera de la puerta de entrada. Con una mirada que no es la suya. Y
abro los ojos.
sábado, 21 de julio de 2012
viernes, 6 de julio de 2012
Mira el
techo.
De a tres en la periferia. Se agarra la cara
con las manos hasta taparla lo más que puede. No hagas eso. Se le encorva la columna por completo como un arco. Tus pies tienen la carne desproporcionada
y eso te da tristeza.
Deja de
hacer ruidos con la garganta.
La cara
tapada y el pelo amarillo sobre las manos.
Se queda en cuclillas y le duele la carne del
pie derecho. Esconde la cabeza entre las rodillas. No querés que nadie te vea así. No querés hablar de nada de lo que
dicen en la radio y el cielo te parece una pileta enorme de la que va a salir
un monstruo para comerte pero no tenés seis años. Con el mar te pasa lo mismo
que con la noche y la desnudes. Te pasa lo mismo con el hígado y la palabra
cáncer y los gemelos muy iguales y los discos que no conocés y las mujeres
pelirrojas y los rengos.
Apunta con
el dedo índice y le sale una verruga de entre la uña y la carne.
Es
increíble con la facilidad que crece una verruga. Dejá de morderte que te sale sangre en cualquier momento. Te pasa lo
mismo con la pelusa en el ombligo y las manchas de humedad en la pared y la
gente que levanta la voz y cuando te pisan sin querer los zapatos recién
lustrados. Siempre te pasa lo mismo. Y te gustaría ser un lobo de estepa pero
sos un conejito de casa, de caza.
Se pierde y
mira el reloj y se encuentra.
Son las
tres. Y sabía que iba a decir eso.
Se deprime
y llora.
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