sábado, 21 de julio de 2012


En una calle al anochecer en la puerta de un bar, con dos o tres personas conocidas, tomando vino en la puerta del bar. En eso sale un tal Leandro que es amigo de todas y muy dulce y muy hermosos y coge con todas y con todas está todo bien y nos abrazamos y lo invito a dormir a casa y él me dice que sí pero sigue trabajando. Hay dando vueltas un nene de unos dos años que habla muy bien, como un adulto y es muy inteligente. Nos quedamos solos, en la puerta del bar, el nene y yo. Son las tres de la mañana me dice que Patricia Coronel murió. Lo sé pero no puedo evitar poner cara de asombro. Le digo que hace un tiempo le llevé a su casa la lámpara de sal porque es buena para la energía. Y los dos estamos de acuerdo con que ella vivió una vida sabia y se fue en paz. Una persona muy espiritual. Ahí él me dice que a través de la lámpara de sal Patricia le habló y le dijo cosas lindas pero que ya era hora de que me la lleve porque ella había muerto. Digo que sí pero no recuerdo de quién es la lámpara. Me cuenta que también murió Graciela la mamá de Karina y eso sí que no lo puedo creer. El nene se va y viene una amiga que también coge con Leandro. Le cuento que íbamos a dormir juntos pero siguen siendo las tres y él no aparece. Pensamos que se fue a su casa porque me vio cuidando a un nene. Llego a lo que sería mi casa pero que en realidad es una pieza al lado de otro bar. Y desde la oscuridad de la habitación un hombre joven me dice que es amigo de Leandro y que lo mandó él. Se llama Lisandro y no llego a verlo bien pero se nota que es un morocho alto y lindo. Sonríe y me da aprobar con dos de sus dedos,  uno con chocolate  y otro con  roquefort. Se queda a pasar la noche.  Después le pido consejo a alguien sobre qué hacer con el nene de dos años que está sólo y además habla con los muertos. Para eso voy a un templo budista o arecrishna o algo así. En el suelo hay baldosas con círculos de colores y se escucha una música y hay muchos bancos de madera a los costados. Es de día. Parece un lugar luminoso y de confianza. Hablo con un señor que me dice que tengo que abrazar al nene y sentir con el pecho que le doy amor y hacerlo dormir porque lo que a él le pasa no es bueno y puede ser peligroso. Otra vez se hace de noche y estamos todos en la puerta del bar y viene el nene y están Leandro y Lisandro y alguna amiga y tomamos un poco de vino y ellos vuelven a trabajar. Le digo al nene que quiero hacerle upa y mimos. Él primero se resiste pero después afloja y le doy amor con el pecho y casi que se duerme pero no. Y algo malo empieza a pasar. El nene sale corriendo y se va y se transforma en un gato negro endiablado que da miedo. Voy a ver a Leandro y le sale sangre de la nariz y no se siente bien.  Voy a ver a Julián y está preparando una mesa rectangular y grande en la que prende velas negras y va a leer “o novo testamento”. Yo quiero abrazarlo y darle amor pero no funciona, me da un poco de  miedo. A Leandro lo internan en La Plata. Todo se pone raro y el nene que se convirtió en gato no aparece por ningún lado. Julián está convencido de lo que dice y ya no se ríe nunca. Le digo que vayamos juntos al templo al que fui a pedir consejo así conoce al hombre con el que hablé. Vamos juntos pero cuando entramos las baldosas se empiezan a mover y el tipo del templo cuando lo ve a Juli pone cara de pánico y dice que algo no está bien y los ojos de Julián se ponen bastante rojos y duros. Nos vamos. Vuelvo sola al templo y el tipo me dice que tengo que matar al gato negro y ver que hago con Julián porque le está pasando no se qué cosa muy poderosa y tremenda. Paso por el bar a ver a Lisandro y le sale sangre de la nariz.  Voy a ver a Julián y me dice que está angustiado porque no está haciendo lo que quiere. Está tirado en la cama y hay alguien más pero no lo veo. Yo lo abrazo y le digo que lo amo y que quiero estar con él y trato de hacer lo del pecho y el amor pero no funciona. Él dice que no quiere estar conmigo, eso le pasa. Y lo miro a los ojos y me da miedo. Me voy, mato al gato negro y lo tiro en un tacho de basura mientras camino por un barrio que no conozco. El gato tarda en morirse así que le estujo el cuello varias veces y lo dejo hecho un bollo con sangre y los ojos salidos, ahí me doy cuenta de que era Gardel. Después estamos en el mar, Julián, Grisel y yo. La arena es la más blanca que vi en la vida y el agua es hermosa. Nos metemos y salimos porque hace frio. Entre la orilla y la calle hay piedras hermosas de diferentes colores y formas y como si fueran caracoles pero piedras preciosas en formas de animales. Yo agarro varias y me las guardo. Le muestro a Julián y se burla de mí porque le perece poca cosa. Vuelvo a casa y estoy sola.  Me llaman por teléfono para decirme que Lisandro también está internado en La plata. Algo grave está pasando y tiene que ver con Julián. Viene Grisel pero que en realidad es Ana con el pelo carré y rubia y le queda bárbaro. Asustada me dice lo de Lisandro y que a ella ésta mañana le salió sangre de la nariz también. Está preocupada y nota que algo le pasa a Julián. Casi no nos hace falta hablar. Yo miro por debajo de la puerta que da al pasillo y veo la sombra de sus pies del otro lado. Le pongo el dedo índice a Grisel sobre la boca para que no hable porque estábamos planeando salir de ahí  e ir para La Plata porque es peligroso y ahora que llegó él no sabemos cómo hacer y se abre la ventanita de la puerta y lo vemos mirando para el costado, sin entrar a la casa, por la ventana de madera de la puerta de entrada. Con una mirada que no es la suya. Y abro los ojos.

viernes, 6 de julio de 2012


Mira el techo.

De a tres en la periferia. Se agarra la cara con las manos hasta taparla lo más que puede. No hagas eso. Se le encorva la columna por completo como un arco. Tus pies tienen la carne desproporcionada y  eso te da tristeza.

Deja de hacer ruidos con la garganta.

La cara tapada y el pelo amarillo sobre las manos.

Se queda en cuclillas y le duele la carne del pie derecho. Esconde la cabeza entre las rodillas. No querés que nadie te vea así. No querés hablar de nada de lo que dicen en la radio y el cielo te parece una pileta enorme de la que va a salir un monstruo para comerte pero no tenés seis años. Con el mar te pasa lo mismo que con la noche y la desnudes. Te pasa lo mismo con el hígado y la palabra cáncer y los gemelos muy iguales y los discos que no conocés y las mujeres pelirrojas y los rengos.

Apunta con el dedo índice y le sale una verruga de entre la uña y la carne.

Es increíble con la facilidad que crece una verruga. Dejá de morderte que te sale sangre en cualquier momento. Te pasa lo mismo con la pelusa en el ombligo y las manchas de humedad en la pared y la gente que levanta la voz y cuando te pisan sin querer los zapatos recién lustrados. Siempre te pasa lo mismo. Y te gustaría ser un lobo de estepa pero sos un conejito de casa, de caza.

Se pierde y mira el  reloj y se encuentra.

Son las tres. Y sabía que iba a decir eso.

Se deprime y llora.

Digo su nombre como podría decir cualquier cosa del mundo.
Estómago planta inmundicia
Dolor camino adentro.
Un tren.
Plataformas y números.
Mujeres tetonas que piden la leche.
Digo su nombre.
Podría decir
Nariz, caballo, nuez.